sábado, 3 de mayo de 2014

Este ardor no se apaga con la ira

Can Dundar, Diario Cumhuriyet, 02.05.2014

La Ministra Responsable de la Familia recomendaba el otro día a las familias “enseñar a vuestros hijos a soltar gritos contra el abuso”… El Estado enseñó ayer a los niños cómo soltar gritos… Una de las imágenes inolvidables de la celebración del 1 de mayo de este año era la de dos niños, abrazados a su madre, que lloraban a gritos por haber sufrido quemaduras en sus ojos; niños que sufrieron daños causados por el gas lacrimógeno empleado por la policía, mientras estaban sentados en su casa. La ministra  creía que el Estado iba a correr al rescate de los niños cuando soltaban gritos. En cambio, aquellos niños huían del Estado soltando gritos.

No aparecieron ni escopetas con cañón largo, ni fusiles Kalashnikov, que según el gobernador de Estambul, “poeta en sus discursos y maestro en recurrir a la violencia”, era una excusa para tomar medidas propias de la ley marcial. Sin embargo, estaban allí presentes el agua a presión y con contenido tóxico, el gas lacrimógeno, las balas de goma, los escudos, la porra y las palizas de la policía, que costaron en casos anteriores pérdida de la visión e incluso de la vida.

Se ha puesto en evidencia una vez más que en este país, la verdadera amenaza contra la seguridad de vida proviene de las fuerzas de seguridad, y que, mientras éstas no intervienen ni lían las cosas, el ciudadano celebra su fiesta tranquilamente y bailando.

¿No lo ve el sucesor del Ministro del Interior, quien, durante la Resistencia de Gezi, se quejaba en una conversación telefónica comentando “¡Qué más da si abrimos la Plaza de Taksim! Pero él (Erdoğan) se empeña en no permitirlo”.

¿No lo sabe el Presidente de la República, quien una vez consideró que “las manifestaciones de Gezi eran la demostración evidente del nivel avanzado de nuestra democracia”?

Claro que lo saben; ven “desde dentro” cómo Turquía se arrastra día a día hacia un desastre. Sin embargo, pesa más la autoridad de Erdoğan, y no hay manera de evitar la evolución de las cosas que aterroriza.

Si es un éxito transformar la plaza más movida de la ciudad en una comisaría gigantesca; si es un éxito prohibir que los trabajadores celebren libremente su fiesta; si es un éxito convertir Turquía día a día en un Estado  policía; y si es un éxito que el mundo vea todo lo que está ocurriendo en Turquía, con miradas llenas de lástima, entonces Erdoğan ha tenido un gran éxito el día 1 de mayo de este años.

No tuvo compasión con nadie; reforzó su autoridad y consolidó su poder.

En vez de abrir la puerta a una celebración pacífica, optó por ejercer presión para reprimirla.

Gracias a ello, se estorbó ayer la celebración del 1 de mayo.

¿Se encogerá esta sociedad de miedo, por haber superado la ambición de Erdoğan a su comprensión; por haberse convertido la policía en un instrumento de presión bajo el mando de Erdoğan; por haberse callado hasta los más sensatos que son conscientes de la grave evolución de las cosas?

A lo mejor, se encogerá hoy. Pero ¿no nos enseñó la experiencia del Sureste de Anatolia que esto no será así durante mucho tiempo; que una sociedad no se encogerá por completo; que recurrirá a la violencia si se le presiona con violencia y que resistirá mediante la misma violencia con la que se le presiona?

¿No sirvió todo lo que sucedió durante Gezi para tomar una lección?

Este ardor no se apaga nunca mediante la ira, sino, se inflama aún más.


Los tanques no funcionaron en el sureste de Anatolia para oprimir a los niños crecidos por la tiranía del golpe de estado del 12 de septiembre de 1980. ¿Es posible que funcionen ahora los cañones de agua para oprimir a los niños crecidos aprendiendo soltar gritos contra la violencia de Erdoğan?

(Enlace al artículo original:
http://www.candundar.com.tr/_v3/#!/KÖŞE_YAZILARI/2014/Bu_ateş_öfkeyle_sönmez/#Did=26370)